Contador

lunes, 23 de junio de 2025

Momentos: Autógrafo flamenco


 Rotulador, 2025

Durante la década de los 90 asistí varias veces a la reunión de Cante de los Puertos y Cádiz, que se celebraba en el colegio Luís Gongaga del Puerto. En la edición del 96 se homenajeaba a José de los Reyes, El negro, con un pedazo de cartel que incluía a Rancapino, Fernanda y Bernanda de Utrera y Agujetas .

La reunión, además, tenía el encanto de que todos los cantaores y guitarristas permanecían siempre en el escenario arropándose y jaleándose, muy diferente de los festivales.

Fuí acompañado de mi amigo Martel y ataviados con mis avíos para dibujar del natural tal peazo de encuentro flamenco. En la edición anterior tuve el placer de dibujar a María Vargas, Pansequito y la Sallago entre otros.

 Al final quedé encantao con las actuaciones, elenco de voces únicas, y como nunca había dibujados a las hermanas de Utrera, resultó un placer doble, dibujarlas apoyado en el escenario, emocionado con sus voces y su presencia.

Al acabar el espectáculo, Martel me animó a que subiéramos tras bambalinas a enseñarles los dibujos a las cantaoras. les pedí que me firmaran uno de los dibujos  y entre risas, me lo firmaron, sirviendo mi espalda de apoyo, con el primo Rancapino de testigo.

Nunca he sido muy mitómano, pero un día decidí guardar juntos los pocos autógrafos de famosos que había conseguido a lo largo de los años:  el de Sancho Gracia y Pilar Velazques, de cuando rodaban Curro Jimenez en mi pueblo ( tendría yo 12 años) , el de mi admirado Micheangelo Antonioni, que estuvo en el 83 en mi facultad presentando un ciclo de su cine y el de las dos hermanas de Utrera. Los guardé tan bien que ya no me los he encontrado más. A saber donde andarán.

sábado, 14 de junio de 2025

Momentos: Fotógrafo frustrado


 Rotulador, 2025

Recién comprada mi Zenith 11, una pesada y entrañable cámara rusa, me envalentoné y salí por mi pueblo a ejercer de reportero gráfico. Era un espléndido Viernes Santo por la mañana con San Juan en la calle y el olor a incienso y azahar en el ambiente.

En la calle Cambroneras ya me encontré con una escena digna de un Pulitzer, al menos ecijano,: A la Loca del Cuni con su pelo amarillo azafrán,y vestida con un traje rosa, como una patética caricatura de Marilyn y acompañada de Pepito Roda, enchaquetado de blanco, de dandy de pueblo. Pasaban al lado de un Mercedes blanco y les pedí posar.

Ya en el salón vi juntos a los tres limpiabotas oficiales: El chupa, el Mono y el barriga y también me posaron para una hipotética posteridad. También fotografié al Quicote con sus muletas, a la muchedumbre  que esperaba al santo y en el Pelos Tiesos a sus tertulianos echados sobre la barra con Amador al servicio. Y a un peculiar personaje, un abuelo que tomaba su vino sentado, con su perrillo debajo de la silla, en la penumbra.

Era una época rica en iconografías  míticamente populares, con personajes irrepetibles y lugares únicos que ya se han perdido. Llené mi carrete  de 36 exposiciones con montones de esos personajes y lugares pero , por motivos que ya no recuerdo, esas imágenes no quisieron salir a la luz, o más bien la luz se las cargó, pues se me veló el carrete mientras lo revelaba y también se veló mi carrera de reportero gráfico.

Son gajes del oficio, en mi carrera de fotógrafo analógico , más tarde, también se me velaría algún carrete más , pero ninguno como los de aquel espléndido Viernes Santo, que mi memoria no deja de lamentar. 

martes, 3 de junio de 2025

Can Cariñoso


 Boli y rotulador, 1996

 Viejo cómic de contenido zoofílico que me he encontrado enterrado entre carpetas. 

Viejo dibujillo flamenco


 Boli, 1988

 De mis apuntes del natural sobre flamenco más antiguo es este cantaor con guitarrista de abril del 88 en mi querida Carbonería de Sevilla. No recuerdo al cantaor. 

domingo, 1 de junio de 2025

Momentos:Montando plaza de toros( De piropos y enanitos)


 
Rotulador sobre papel, 2025

En agosto del 89 me encontré a mi amigo el Gorra en el bar del Sordo y me preguntó que si le quería acompañar a Fernan -Nuñez, donde tenía que trabajar, montando una plaza de toros portatil. Subimos los 2 en su mobilette y nos fuimos a Santaella, donde nos esperaba el Arriero con su 124. El Arriero, vieja leyenda de la novillería ecijana, conducía de forma temeraria, como su toreo, y como viera alguna mujer de buen ver en alguna travesía, sacaba medio cuerpo del coche para piropearla de forma exagerada.En más de un piropo de esos, estuvimos a punto de matarnos, y mientras el Gorra exclamaba ¡ Ojú que hembra!,  yo, con los cojones por corbata, exclamaba,¡ Ojú, que susto más grande!

Ya en Fernan-Nuñez, ayudamos a acabar de montar la Plaza y después nos fuimos a comer con los miembros del espectáculo taurino que actuaban esa tarde: Los enanitos toreros, un animoso gran grupo de pequeño formato que no paraban de gastarse bromas entre elllos. Pero había uno, ajeno a todos, que no dejaba de leer un grueso libro que resultó ser " En busca del tiempo perdido" de Proust, y en una de las bromas lo cogieron entre varios y lo subieron a una alta pila de sillas de donde resultaba muy dificil bajar sin ayuda. ¡ Bajarme de aquí, cabrones! decía mientras sus compañeros se descojonaban abajo. Quise ayudarlo pero no me dejaron, pero al menos, le dí su libro de Proust y ya todo pareció darle igual. Siguió su lectura indiferente a las risas.

 Después, estuve sentado a su lado durante la comida, hablando con él de lo divino y de lo humano, y de Literatura, pues me recomendó uno de sus libros favoritos, El libro del desasosiego de Pessoa, que una semana después adquirí en una librería de Granada y hoy sigue siendo uno de mis libros de cabecera.