Lápiz y aguada, 2017.
Me llama la atención la historia de Antonio Manuel Sánchez, natural de Benamahoma y prófugo de la justicia, por lo que vive escondido por la Sierra de Grazalema, viviendo de lo que caza junto a su perro Titán y echando de menos a su hija Libertad, en silla de rueda por tener espina bífida. Pensé que la historia del último bandolero bien merecía un retrato.
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